Statement

Atelier

El término atelier es un galicismo que podría traducirse en castellano como estudio o taller. Pero ninguna de esas palabras son suficientes para designar lo que realmente significa un atelier. Si buscamos en la versión francesa del diccionario Larousse, encontramos tres acepciones que, combinadas, definen con bastante precisión la actividad que hemos llevado a cabo durante casi dos meses en la Sala de Arte Joven de la Comunidad de Madrid. Este diccionario define atelier como:
• Local où travaille manuellement quelqu’un pour son métier artisanal ou pour son plaisir : Atelier de couturière.
• Groupe de travail constitué autour d’une activité, d’un thème, etc., en particulier dans le domaine de l’enseignement, d’un congrès scientifique, etc.
• Ensemble des collaborateurs, aides ou élèves d’un artiste ; unité d’enseignement, ensemble des élèves d’un même maître dans une école d’art, une académie.

Que traducido, sería:
– Local donde trabaja manualmente cada uno en su profesión artesanal o por placer: atelier de costura.
– Grupo de trabajo constituido alrededor de una actividad, un tema, etc., sobre todo en el área de la enseñanza, un congreso científico, etc.
– Agrupación de colaboradores, ayudantes o discípulos de un artista; unidad de enseñanza, conjunto de estudiantes de un mismo maestro dentro de una escuela de arte, una academia.
Todo eso es Atelier.

Cuando Francesco Giaveri y Tiago de Abreu Pinto me invitan a comisariar una exposición dentro de la programación de Retroalimentación, en el marco de Se Busca Comisario de la Sala de Arte Joven de la Comunidad de Madrid, lo primero que hago es planteármelo como una obra artística. En el devenir de mi trabajo en los últimos años, la labor comisarial se ha convertido en una herramienta plástica que me gusta utilizar. Del mismo modo, la docencia la considero un medio donde desplegar y compartir estrategias de reflexión y de creación. Esta práctica es una suerte de búsqueda de lo inmaterial que hay entre medias, una investigación sobre lo que sucede entre la obra de arte, el artista y el medio, o entre las obras de arte, o entre los propios artistas, los espectadores, el espacio de exposición, el espacio de trabajo… todos esos elementos que no son la obra pero que la conforman. Es en esos intersticios que presentan el comisariado y la docencia donde planteo la búsqueda.

En una obra, el artista dispone, en un primer momento, unas reglas de juego, unas normas a las cuales se va a atener para dar forma a su trabajo. Esas normas estarán condicionadas por factores como los materiales, el contexto social y económico, el tiempo y el espacio. Atelier parte del cuestionamiento de dos problemas: la necesidad de espacios de trabajo para artistas en Madrid, y las dificultades por las que pasa la enseñanza de las artes. Esas dos premisas son las que han ido dando forma a este trabajo colaborativo.

La necesidad de espacios de trabajo en Madrid

Un estudio es, para un artista madrileño que empieza a trabajar, un lujo lejos de su alcance. Para mantener mensualmente el alquiler de un estudio hay que disponer de importantes recursos económicos que en muy contadas ocasiones proceden de los beneficios que genera la venta de obra. Esta realidad me hace pensar que la necesidad de un espacio donde trabajar es mucho mayor, anterior y primordial que la necesidad de exponer. Por eso transformé la propuesta de exposición en una propuesta de creación. Atelier no es un espacio expositivo, sino un lugar de trabajo: es el estudio de diez artistas jóvenes, estudiantes de artes y otras disciplinas creativas, que necesitan un lugar donde dar forma a su incipiente obra. Y un estudio compartido, todos lo sabemos, no es sólo el lugar donde vamos a trabajar; también es el espacio donde discutimos, planteamos nuestras inquietudes e inseguridades, entablamos amistades, compartimos experiencias, recibimos visitas, tomamos café, vemos películas y leemos el periódico. Estos diez artistas son: el colectivo El Banquete, Ignacio Tejedor, Ana Lozano Sinausía, Mari Nieves Vergara, Arantxa Boyero, Ivonne Villamil, Julia Llerena, Jorge Cruz, Mikel Escobales y Miriam Fernández Lara, que trabajan en el espacio de la planta superior de la Sala de Arte Joven. Este espacio ha sido transformado de una manera muy particular para albergar este experimento: en la exposición anterior, Carlos F. Pello modificó la sala, colocando paneles alrededor de las dos columnas centrales y dejando un espacio expositivo caracterizado por carecer de amplitud, conformándose como un conjunto de pasillos ocupados por obras de arte. De este modo, quedaban dos salas inaccesibles alrededor de las columnas, que contenían el cableado y la caja negra de la exposición. Esos espacios eran idóneos para ser utilizados como lugar de encuentro, así que mi transformación del espacio se limitó a suprimir los dos paneles paralelos localizados en el centro de la sala, dejando un espacio central amplio y permeable donde realizar las discusiones, encuentros, visionados, trabajo común, etc., y donde se encontraba la sala de té, lugar en el que recibíamos a las visitas, una pequeña biblioteca formada por libros que íbamos llevando entre todos, una pantalla de proyección y dos mesas de trabajo diseñadas y realizadas por Kiko Pérez.
Anteriormente comenté que una fase importante en el proceso de trabajo del artista es constituir unas reglas de juego sobre las cuales se va a desarrollar la obra. En este caso, las reglas de juego que quise proponer venían definidas por la configuración del espacio y del uso que se iba a hacer de él. Este uso no se limita a la realización de diez proyectos artísticos personales, sino que comprendía también una serie de prácticas relacionadas con el aprendizaje.

Las dificultades por las que pasa la enseñanza de las artes

Cuando hablo de dificultades no hablo sólo de recortes presupuestarios. Me refiero a la gran pregunta que se hacía Luis Camnitzer en su discurso La enseñanza de arte como fraude, que tuvo lugar en el Auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional de Bogotá el 21 de marzo de 2012: ¿es posible la enseñanza del arte?, ¿qué se puede aprender y cómo se puede afrontar este aprendizaje? Esas dificultades en el aprendizaje del arte están presentes también en Atelier, pero la relocalización del espacio docente trata de cambiar las condiciones de esta experiencia.
Cinco artistas de reconocida trayectoria realizan el seguimiento de los trabajos que se están realizando allí. Philipp Fröhlich, Sara Ramo, Eugenio Ampudia, Marta Soul y el tándem Elena Bajo – Warren Neidich supervisan y discuten los trabajos de sus jóvenes colegas. Cada artista-tutor trabaja con dos de los artistas-estudiantes, de forma que pueden dedicarle suficiente atención y reflexión a cada proyecto. Estas vinculaciones se realizaron por afinidad: en la solicitud de inscripción les pedí a los candidatos una carta de motivación y un listado con los tres artistas con los que estaría interesado en trabajar. Los tutores también valoraban el trabajo de los candidatos y definían su elección, de manera que los pares estaban basados en el entusiasmo por las ideas e intereses en común. Y es en esta manera de trabajar en la que considero idónea la transmisión de experiencias: los artistas experimentados enseñan a los más jóvenes cómo han solucionado ellos los problemas que acompañan a los procesos de creación artística.
Estos procesos de intercambio se desarrollan en un lugar concreto: el espacio de trabajo. No se trata de unos estudiantes que van a clase, sino de unos docentes que se acercan al espacio de trabajo de sus alumnos para colaborar con ellos en sus procesos creativos.

La selección de los participantes

En el momento de comunicar la convocatoria me dirigí a los centros de enseñanza de artes y disciplinas creativas. El perfil que consideraba idóneo era el de estudiante de artes, proponiendo Atelier como un complemento a su formación. La convocatoria pública exigía la presentación de una hoja de matrícula, así como una carta de motivación, cinco imágenes de obra y la lista de preferencias de los tutores. No me interesaba su currículum ni un dossier más extenso, de forma que pudieran competir en igualdad de condiciones el alumno de doctorado, probablemente con una trayectoria de varios años, y el estudiante de 3º de carrera, con un reducido corpus de obra y un currículum, normalmente, inexistente. El jurado estaba compuesto por los comisarios de Retroalimentación Tiago y Francesco, los artistas-tutores y yo mismo. La selección fue compleja debido a la gran calidad de los postulantes.

El acercamiento a otros agentes artísticos

En Atelier no sólo encontramos un espacio de trabajo y reunión para un grupo reducido de artistas. Atelier también pretende ser espacio de encuentro entre profesionales. Un día a la semana se invitaba a algunos comisarios, coleccionistas, gestores culturales, galeristas o críticos de arte a visitar Atelier. Rafael Doctor, Yara Sonseca, Hablar en Arte, Nicola Mariani, Antonio Lobo o Marta Moriarty son algunos de los profesionales que se han acercado a conocer a los artistas de Atelier, y han compartido con ellos su punto de vista desde el que operan en el ámbito artístico.

El horario de trabajo en Atelier estaba determinado por el horario de apertura de la Sala de Arte Joven, excepto los jueves, que pudimos disponer también de las tres horas del almuerzo en las que cerraba la sala. Esos días eran los elegidos para pasar el día entero allí, comer juntos y recibir por las tardes a las visitas profesionales. Las visitas se establecían, generalmente, en torno a la mesa de té. Allí cada profesional nos comentaba aspectos de su trabajo, les preguntábamos sobre su práctica profesional y se establecía el diálogo. Luego, cada artista en su lugar de trabajo explicaba al visitante la obra que estaba llevando a cabo. De esta manera han conocido a coleccionistas, con quienes apenas habían tenido contacto hasta el momento, gestores de programación y contenidos, comisarios, galeristas, etc. Y estos profesionales, a su vez, han podido ver las obras de estos artistas jóvenes.

La conversación como herramienta de trabajo

La comunicación es un elemento imprescindible en el desarrollo de este proyecto. Se establece un importante ejercicio de comunicación entre los tutores y sus alumnos, ya que el avance en la investigación plástica tiene un componente dialéctico muy fuerte. Los problemas a los que se han enfrentado los tutores en su labor artística son muy similares a los que empiezan a encontrarse los jóvenes artistas, coincidiendo en asuntos como la representación, la formas de narración, la poética de los materiales, etc. Plantear la posibilidad de que estas experiencias sean compartidas me parece la forma más eficaz de proponer un programa docente en artes, basado en la comunicación de experiencias y el intercambio de preguntas.
El otro ejercicio de comunicación que se ha desarrollado en Atelier ha tenido lugar en torno a las visitas profesionales. El acercamiento a otras formas de experimentar la realidad artística y las profesiones relacionadas con ella ha estado basado en las charlas alrededor de la mesa de té. Las conversaciones distendidas con profesionales han facilitado que los artistas-estudiantes pudieran preguntar todo aquello que quisieran saber. Mi trabajo como moderador de esas charlas ha estado dirigido a encauzar las conversaciones hacia los terrenos que consideraba de importancia para ellos. Por otro lado, las visitas profesionales han servido para reforzar las habilidades comunicativas de los alumnos, ya que cada visita requería de la explicación breve, concisa y suficiente de los procesos, ideas y obras que cada uno estaba desarrollando en Atelier y en general en su labor plástica.

La formalización de la obra

Cada artista elabora su pieza y sus ideas en su puesto de trabajo. La distribución de estos lugares ha sido determinada por ellos mismos, dependiendo de sus necesidades. Ese mismo espacio de trabajo alberga la pieza en proceso y también su finalización, y por tanto su localización en la exposición final, como en una especie de «estudios abiertos» para que se puedan ver las obras acabadas. Y este término, acabar, supone también un asunto sobre el que Atelier pretende establecer una discusión. Cuándo está acabada la obra, o si la obra necesita estar acabada, son cuestiones que nos hemos planteado en esta experiencia. Desde el principio planteé la posibilidad de que las piezas no se finalizasen, incluso de que nunca comenzasen el proceso de formalización y visibilización. Dos meses no es tiempo suficiente para la formalización de según qué procesos, y el planteamiento de una investigación ya es un desarrollo adecuado con cabida en Atelier. Esto no significa que se minusvalore la formalización o la plasticidad de la obra de arte, sino que se toma consciencia de las limitaciones o particularidades de Atelier, con un espacio y tiempo reducidos, insuficientes en algunas ocasiones. Sin embargo los artistas han trabajado para presentar algunas conclusiones que les servirán como punto de partida para su evolución posterior.

Referentes

Atelier surge como un proyecto que bebe directamente de varias experiencias previas en las que he tenido la suerte de participar como artista: Intransit en Madrid y Campus en Barcelona. Intransit es una plataforma coordinada por el colectivo comisarial Pensart, que consiste en reunir en el Centro de Arte Complutense a una serie de artistas recién licenciados de la universidad para presentar sus proyectos a agentes artísticos de la ciudad. El otro proyecto que cito, Campus, fue comisariado por Latitudes, y se centraba en usar la sala de exposiciones de la sede en Barcelona de Obra Social Caja Madrid como espacio de discusión entre artistas jóvenes nacionales e internacionales y una serie de tutores de reconocido prestigio. Otras referencias a proyectos similares serían el Primer Proforma 2010 de Txomin Badiola, Jon Mikel Euba y Sergio Prego en el MUSAC de León, el Encontro de Artistas Novos en Santiago de Compostela, El Ranchito de Matadero, los talleres The Gym en Rampa, y en definitiva, todos aquellos encuentros que se realizan en los bares y en los estudios de los artistas de forma independiente y en los cuales se discuten los asuntos que nos preocupan.

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